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THOM YORKE, 'TOMORROW'S MODERN BOXES

2014

JUAN GALLARDO * INDYROCK

Desde hace aproximadamente una década, a Radiohead y a cada proyecto asociado con Thom Yorke se le viene colgando el San Benito de que “a pesar de su escasa calidad, fascinara a sus más acérrimos seguidores” Pues bien, tengo que admitir que, hasta ahora, yo era uno de esos acérrimos seguidores, hasta el punto de que fui capaz de medio justificar en un comentario para esta misma web el obvio paso atrás que supuso la hasta ahora última entrega de la banda al completo: ¨The King of Limbs”.  Esta vez, sin embargo, las cosas han cruzado definitivamente un umbral. Y es que sería insultante para la inteligencia de cualquier melómano que lea este comentario no admitir que el rey está desnudo encima de su caballo. 

El problema no es que no encontremos aquí canciones que se encuentren en una categoría remotamente comparable a canciones como Analyse, (una gran canción del primer disco en solitario de Thom Yorke, por hacer una comparación justa) el problema es que da la impresión de que Yorke ni siquiera ha intentado trabajar a ese nivel. En el disco hay 3 canciones (“Guess Again”, “Interfere” y “Nose Grows Some”) que son, por decirlo de alguna manera, escuchables, y que incluso pueden provocarnos un espejismo de placer a través de nuestros por otro lado castigados oídos, el problema es que Thom no ha hecho el más mínimo esfuerzo para desarrollar esas ideas, evolucionarlas mínimamente, o experimentar con una mínima pizca de ingenio. En lugar de lo que cabría esperar del líder de Radiohead, Tomorrow’s Modern Boxes solo nos ofrece un puñado de cajas de ritmo muy cómodamente asincopadas,  la voz de Thom más monótona y menos convincente de su ya dilatada carrera, perdiéndose entre efectos electrónicos que encuentras en cualquier software básico de grabación.

Mención obligada a las pobrísimas voces inversas de “Truth Ray” qué tanto contrastan con la misma idea de Thom y su grupo en aquella mágica “Spinning Plates”  Thom Yorke y Radiohead promovieron un interesante debate cuando, hace 7 años, ofrecieron su magnífico “In Rainbows” a sus fans en la red al precio que mejor les pareciera, la pregunta era “¿Cuánto vale una canción?” No quiero sonar excesivamente dramático, y es cierto que un paso en falso ni puede ni debe empañar una trayectoria tan brillante como la de uno de los genios de la música que he tenido la fortuna de ver crecer en directo, pero si Thom Yorke me hiciera esa misma pregunta: “¿Cuánto vale una canción?”, a propósito de su último álbum, seguramente no le gustaría mi respuesta.  . 

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