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FOTO: AV Festival




MOGWAI



Viernes 6 de Febrero de 2009 Sala Joy Eslava
Caos calmo
por Álvaro Marcos - IndyRock
Fotos Carla Ocaña - IndyRock



Los cinco escoceses salieron con puntualidad inglesa al escenario de la Joy Eslava. Su pinta de cacho paisanos, así como su proverbial falta de pose (algo poco frecuente en un grupo de estrellas de rock, que es lo que son) es parte intrínseca del archivo, así como poderoso y viril, que uno tiene de Mogwai en la cabeza, coherente con su discurso artístico y su impasible actitud de aquí-hemos-venido-a-tocar-a cerrar-bocas-y-a-arrasar-humildemente-con-todo-lo-que-se-mueva. 

Tal vez la copa que periódicamente rellenaba con vino tinto de una botella Stuart Braithwaite fuese el único contrapunto glamouroso a esta amenazadora ausencia de pretensiones tan suya. Y es que a los conciertos de Mogwai se "asiste", en la medida en que son más una liturgia contemplativa que participativa, y a pesar de los típicos gañanes que berrean durante las explosiones y no paran de joder el concierto hablando a voz en cuello el resto del tiempo (¿os suenan?), por lo general, la procesión suele ir por dentro y entre ovación y ovación hay más pupilas dilatadas y sonrisas extasiadas que frenesí. 



Arrancaron con Precipice, la canción que cierra su último disco The Hawk is Howling (Wall of Sound, 2008), en su formación arquetípica: Stuart Braithwaite a la guitarra, capitaneando el barco con su facha de miniyó cabroncete; director de orquesta y referencia del resto, el que más gesticula, el único que se dirige al público y el que marca las transiciones contando en bajito hasta cuatro cuando toca pisar pedalada todo dios y pasar de la calma chicha al infierno.

El espigado Dominic Aitchison ocupa el centro, su mirada extraviada durante gran parte del concierto en las alturas, tal vez en los llamativos palcos de la Joy, sus largos dedos deslizándose lánguidamente por el mástil de su bajo entre apoyos y quintas. Marca de la casa son también las baterías procesionales y precisas de Martin Bulloch que dictaminan ritmo al que bogan el resto de remeros de una galera condenada a navegar entre la calma y la tempestad. Por último, Barry Burns, el último en enrolarse, el multiinstrumentista (guitarra, sintes, teclado), el Mogwai comodín que se atreve con la voz (aunque sea pasada por efectos) y John Cummings, el más abstraído y más paisano de todos, igualmente imprescindible en el puzzle. 



 Como viene siendo habitual en ellos, el concierto fue impecablemente repetitivo y majestuosamente previsible (en las grandes noches están más bien imperiales), con un clásico repaso a toda su discografía, en el que, quizás con excepción de I'm Jim Morrison I'm Dead , brillaron más las canciones más antiguas: Friend of the Night, Hunted by a Freak (una de sus cimas, rica y ambigua, al margen de su maniqueísmo más efectista) Summer o el manifiesto Mogwai Fear Satan

Con Scotland's Shame y Space Expert, descendió la intensidad del concierto y con ella la atención del público. El remedio fue el habitual: Braithwaite se sentó para coger el bajo y comenzar con el arpegio de la canción total de Mogwai (también curiosamente una de las más antiguas), algo de lo que ellos (especialmente Braithwaite) son plenamente conscientes: Helicon (part 1). Todo lo que los convierte en uno de los dos o tres grupos más importantes del cambio de siglo y en un punto de inflexión en el rock de guitarras está ahí concentrado: su capacidad para tejer eso que los románticos llamaron "música absoluta" aplicada al rock, su sensibilidad para emocionar y alternar lo bello y lo delicado con lo sublime y lo terrible, el muro poderoso de electricidad densa pero discernible, el talento para crear vastos espacios imaginarios a base de repeticiones en el tiempo (delays), el arte del crescendo. Todo aquello, en definitiva, que hace que sus epígonos más aventajados en lo luminoso (Sigur Ros, Explosions in the Sky) o en el lado oscuro (Isis, Red Sparrowes, Russian Circles) estén por siempre detrás, a su estela. 
 

A unos los aventajan en intensidad, credibilidad y desgarro, a los otros en su talento para eludir lo peligrosamente chabacano aún con los trallazos a base de riffs en Re como Batcat, que, junto a Like Herod, fueron las elegidas para cerrar el concierto de Joy. En el bis no cayó Christmas Steps, pero sí  la soleada 2 rights make 1 wrong y la apocalíptica We're not here. Hora y media larga  de concierto.

 A la salida uno rememora y piensa que es verdad que hace mucho que no hay signos de evolución reseñable en la discografía de Mogwai, y, por lógica, tampoco en sus conciertos, donde a veces los traiciona una apatía más que considerable (dónde tendría la cabeza Stuart Braithwaite, precisamente el más animoso, en la luenga paradiña de Fear Satan, en la que metió una gamba gloriosa); y sus explosiones de rabia congelada tienen un tinte cada vez más y más domesticado, museístico e inofensivo. Pero también es verdad que ya llevan más de 10 años tocando sin parar muchas de esas canciones, y que, a pesar de ello, no pocas reverberan para siempre de forma vibrante e inconfundible desde la primera nota en muchos de nosotros. Puede que nunca se atrevan a abandonar el confortable perímetro de la comarca (o de Mordor) y que siempre sea más de lo mismo, pero pocos lo hacen con esa honestidad y pocos pueden presumir de transitar por un paisaje que, si bien previsible y manido, sea tan bello, tan conmovedor y, sobre todo, tan exclusivamente suyo. 
 
  Y sólo por eso hay que estar agradecido. 




 
07.02.2004  SALA: Aqualung (MADRID) 
PROMOTORA: Iguapop
por Iñaki LÓPEZ DE EGUÍLAZ - IndyRock
Fotos Luis Cobelo
. "Happy Songs For Happy People" no ha sido un disco tan afortunado como "Rock Action". En éste, se dejaron el listón demasiado arriba. Las comparaciones vuelven a poner los nervios de punta a los interpelados, sabedores de que obras maestras no se repiten todos los años. "Happy Songs For Happy People" ni siquiera ha conquistado el criterio de los que gustan de hacer las listas de los mejores discos del año; de forma injusta, todo hay que decirlo, porque el disco no es tan bueno como su predecesor, pero no deja de ser otro álbum fundamental de 2003. 

Pero da igual, porque los escoceses supieron sortear con aplomo la tímida acogida de su último trabajo por parte de la crítica con calculadas concesiones a anteriores discos en un directo que se quedó a medias por un sonido falto de contundencia en las distorsiones y con problemas de audio en el teclado. Mogwai es un grupo imprevisible que da miedo, un grupo que cuando te está acariciando la mejilla te suelta una bofetada sin avisar y cuyos pasos de pedal son toda una seña de identidad que les he llevado a ser uno de los grandes del post-rock. Por eso la primera escucha de uno de sus discos es siempre sorprendente: nunca sabes cuando sus acordes muertos de sueño van a rebelarse para vivir un despertar de distorsión salvaje y maravillosa. 

Pero no se extrañen si les digo que a pesar de los pesares, la banda supo exprimir "Happy Songs For Happy People" hasta la corteza y dar al público los hits que querían. A saber, apertura de directo con las brutales "Kids will be skeletons" y "Killing all the flies" que tuvieron su continuación con incunables como "Hunted by a freak" y "Ratts of the capital". La que en los últimos años se había convertido por derecho propio en el cierre de sus conciertos, "2 rights make 1 wrong", buque insignia de "Rock Action", se adelantó en esta ocasión a la zona media del track list con final más distorsionado de lo habitual y cediendo el puesto de honor en el bis a "Mogwai fears Satan", clásico donde los haya dentro de su discografía. Reconfortante fue también escuchar "Ithica 27 0 9", "You don´t know Jesus" y "Helicon 2", que demostraron el estado puro del sonido que se gastan estos tipos y "Sine wave", al rescate del vocoder de los nichos del electro para revitalizarlo en un puntal imprescindible en la arquitectura de esta banda que volvió a maravillar, a pesar de todo.
Primavera Sound  2003 
24 de Mayo 2003 Poble Espanyol-Sala Nitsa Apolo  Barcelona
Fotos: MarceRock - Indyrock

 




Fotos: Carlos Sánchez - IndyRock
Benicassim 2001



"Happy Songs for Happy People" es el cuarto álbum de estudio de Mogwai. Su título es muy adecuado para un disco veraniego, con canciones que versan sobre paranoia, amenazas difusas, la Biblia, horrores sin límite y el "hair metal" de los años ochenta. El álbum suena, naturalmente, a Mogwai, o al menos como el disco de un grupo que ha llegado a tales grados de confianza, intuición y comprensión de lo que quieren hacer, que todas las influencias y comparaciones del pasado suenan más huecas que nunca.
 
Estamos, sin lugar a dudas, ante el disco más ambicioso de Mogwai hasta la fecha: cinemático y panorámico en su enfoque y saturado en la melodía. El álbum supone un avance hacia ámbitos más sutiles. Como banda de directo se salen, y dejan a su público boquiabierto con su potencia magistral. Por esta razón, el grupo se pasará la mayor parte del próximo año metido en la furgoneta.
"Happy Songs for Happy People" se grabó en Glasgow, ciudad natal de Mogwai, en los estudios Ca Va. Las labores de producción corrieron a cargo del propio grupo y de Tony Doogan, que ya trabajó mano a mano con David Friedman en su anterior entrega, "Rock Action".

Con ocho discos de estudio en su trayectoria, el primero "Mogwai Young Team" (1997) y el último "Rave Tapes" (2014), los de Glasgow, que empezaron como trío para pasar luego a quinteto, son uno de los iconos más sólidos y perdurables del post-rock, en su caso el de la que podríamos llamar facción más cósmica. Nacidos con la intención de dar salida a lo que al principio llamaban "música seria de guitarra", lo suyo son los largos desarrollos instrumentales basados en guitarras con dinámicas contrastadas, en bajos de líneas melódicas y en un uso nada temoroso de distorsiones y efectos (o de textura electrónica, como se puede comprobar, por ejemplo, en su última entrega, “Rave Tapes”). Apoyados fuertemente en su momento por John Peel, con quien grabaron entre 1996 y 2004 siete de sus prestigiosas "Peel Sessions", han establecido con el paso de los años conexiones entre el shoegaze, el rock matemático y el arty, destilando para ello sus primeras influencias (Fugazi, MC5, My Bloody Valentine, Sonic Youth...) y sobre todo la de Slint, hasta lograr una marca distintiva. Pasan los años, pero se mantiene su envidiable madurez a la hora de encarar sus sinfonías de ruido blanco.

MOGWAI anuncian que su noveno álbum, titulado "Every Country’s Sun", se publicará el  1 de septiembre a través de supropio sello, Rock Action. Tres años después de su último trabajo en estudio, "Rave Tapes", el cuarteto escocés se reencuentracon el productor Dave Fridmann, con el que ya trabajaron en "Come On Die Young" (1999) y "Rock Action" (2001). Ya puedes escuchar el tema que abreel álbum, "Coolverine".  A menudo etiquetados bajo el manto del post rock, lo suyo ya traspasacualquier barrera estilística: rock, metal, electrónica y pop se funden en una extensa discografía que incluye cuatro bandassonoras y títulos clave en el devenir del rock de los 90 como “Young Team” o “Rock Action”.


Mogwai: Tormenta Electrica sobre Santiago
Domingo 19 de Mayo, 21 horas - Santiago de Chile
Especial para Indyrock por Esteban Velasquez Cuadra.

Ya lo he mencionado otras veces. Desde hace poco mas de 2 años que "Alt Productores", nos viene brindando la posibilidad de ver a bandas de lujo. He asistido a casi todos los conciertos y ya habia elaborado mi ranking de favoritos. En primer lugar tenia a Jon Spencer & Blues Explosion, en segundo lugar a Yo La Tengo y el tercer lugar lo compartia Stereolab junto a Man or Astroman?. El primero fue exepcional, mucha energia y rock and roll adrenalinico. Pero el concierto de Mogwai es definitivamente lejos, lo mejor que he visto y escuchado en mucho tiempo. No quiero parecer exagerado, pero jamas se habia visto un show en directo, como el ofrecido por Mogwai, aquella noche fria y lluviosa del 19 de mayo del 2002. Detallo la fecha, por que sera inolvidable para todos los que estuvimos esa noche en el Teatro Novedades.

El tiempo acompaño, extrañamente a Mogwai, fue un approach de lo que pronto presenciariamos....Amanecio nublado y durante el dia las nubes se tornaron amenazadoras. Bien avanzada la tarde, y a solo horas del show, una tormenta electrica con relampagos, truenos, lluvia, granizos y hasta nieve, en ciertos sectores, se dejo caer sobre Santiago. El tiempo fue el telonero natural de una noche extrema. El Teatro estaba copado, jamas lo habia visto con su capacidad al tope (unas 750 personas aprox.). El ambiente estaba prendidisimo, mucha espectacion y mucha excitacion. Una carga magnetica se sentia en el ambiente. Y fue evidente, a penas aparecieron los teloneros, los locales de Gnosis, el publico manifesto toda la efervecencia que se estaba viviendo en ese momento. Gnosis cultivan lo que se conoce como post rock, muy emparentados con Mogwai y con Tortoise. Los chicos hicieron una buena presentacion, cerca de cuatro temas, desde pasajes ambientales narcoticos hasta finalizar con una dosis de noise bien espacial. Merecidos aplausos y a esperar el plato fuerte de la noche. La espera fue más larga de lo habitual, mas de 30 minutos, para lo que deberia haber sido 15, pero vaya que si valio la pena la espera. Stuart Braithwaite (guitarra), Dominic Aitchison (bajo), Martin Bulloch (bateria), Barry Burns (guitarra, flauta, teclados) y John Cummings (guitarra) hacian aparicion en el escenario y el publico los recibia con unas ganas increibles, delirio total. Es que no es para menos. 

El disco Rock Action (© Southpaw 2001) ya ha adquirido un sitial muy importante en el espectro de la musica independiente. En el recuento de los mejores discos del año 2001, varias publicaciones especializadas, lo señalaban como uno de los mejores discos aparecidos ese año. Ademas la banda, venia con el rotulo de "mejor banda en vivo del ultimo tiempo". Con semejantes referencias, el grado de espectacion era, por decir lo meno, elevado. Bien...ahora en escena los de Glasgow, arremetiendo con una melodia hipnotica y cada vez mas violenta. Es el tema de inicio. Son 3 afiladas guitarras, un bajo potente y una bateria tan precisa como demoledora. Suficientes para provocar una catarsis en el publico y para ir poniendo a prueba nuestros oidos. 

La melodia hipnotica sigue su curso, de pronto...la guitarra de Stuart Braithwaite rompe en distorsion noise, mira al publico y sonrie desquiciadamente. Es como un asesino en serie, disfrutando con ver lo que poco a poco nos iria provocando. Ahora explota la guitarra de John Cummings y comienzo a ver como algunas personas se tapaban sus oidos. El noise es elevado, pero aun no lo suficiente para Mowgai. Barry Burns se suma al acto y ahora son 3! las guitarras que dan de azotes. Esto parece una real explosion. Ahora son varios los que se cubren sus oidos y creo que era lo mas saludable. (Al dia siguiente mis oidos me lo hicieron saber).

Es que ellos mismos lo han advertido: "Regalamos tapones en nuestros recitales, pues pueden llegar a afectar el oido." Vaya que si no. Lamentablemente aca no regalaron nada, pero hubo muchos precabidos que llevaron los suyos. Yo no lo hice, y si bien estuve a punto de taparmes los oidos, no lo hice. ¿Que gracia tenia ir a "escuchar" a Mogwai, si luego te tapas los oidos?. No lo hice. Quize llegar al limite, aceptando de muy buenas ganas el desafio que Mowgai imponia. Como me podria tapar los oidos ante piezas como "Mogwai fear Satan", "Like Herod" o "Yes, i am a long way of home"?. Habia que aceptar ese desafio, aunque lo consiguen con facilidad, el hacerte complice de su universo sonoro. Primero te llevan por un paisaje resonante de profunda belleza, donde las notas van acariando tu espacio. Te hacen estremecer dulcemente, tal cual lo hicieron con "Cody", del album "Mogwai: Come on die young" de 1997. Pero luego te llevan al lado perverso, al lado oscuro. Tal cual lo vemos en la vida misma. La dicotomia de la vida y la muerte, del bien y del mal, de lo feo y lo bonito. Ahi es donde se pudo sentir con "You dont' know jesus" o "2 rights make 1 wrong". Pasas de un estado en profunda instrospeccion a una exaltacion absoluta de tus emociones. En cierta medida se aproxima bastante a los principios de musica que establecia uno de los compositores subliminales mas influyentes (y desconocidos por la mass-media) en nuestros dias. Me refiero a Karlheinz Stockhausen. Planteaba que cada musico debia lograr un cierto estado espiritual con la musica que ejecutaba. Todo ello con las tecnicas de lo aleatorio, el azar, el ruido y el silencio.

Conceptos que Mowgai maneja y utiliza muy particularmente. En fin....solo hubo una vuelta al escenario, luego que se habian ido, el publico los vitoreo hasta hacerlos volver y lo hicieron con la esquizofrenica "Like Herod". A romper timpanos!. Las 3! guitarras en distorsionadas y acopladas a mas no poder. Ya veia que el viejo teatro se venia abajo. Pero no. Todo resistia, todos resistiamos, algunos a oidos descubiertos, otros cubriendolos con sus manos. Acoples y Feedbacks envolvian todo. De pronto los musicos comenzaron a hacer abandono del escenario. Uno por uno. Solo quedo Stuart Braithwaite, dejo su guitarra a un lado, se arrodillo y con, no se que instrumento, comenzo a hacer millones de ruidos. Algunos en frecuencia tan baja que mi cuerpo llegaba a vibrar, otros en frecuenia tan alta que llegaban a hacerme cerrar los ojos, como un reflejo de proteccion. Era un escena insana. Algo asi como la escena final de "Apocalipsis Now", donde Martin Sheen, con la cara pintada de mimetizaje, entra al escondite habitado por Marlon Brandon y lo ataca por la espalda, dandole sendos machetazos. La musica de los Doors (que ahi suena) podria reemplazarse perfectamente con ese momento final del concierto. Lo mencionaba en el comienzo, el tiempo acompaño extrañamente a Mogwai. 

En Santiago se dejo caer una tormenta electrica. De alguna manera uno podria tomar la precaucion de ponerse un impermeable o buscar un paraguas y cubrirse de la lluvia, granizo y/o nieve. Pero jamas podria haber evitado la "otra" tormenta electrica que sacudio mis oidos. Ahora escucho el nuevo disco disco de Belle and Sebastian (a bajo volumen) y creo que visitare al otorrino. Lo digo en serio.



Fotos: Luis Cobelo- IndyRock

DESPUÉS DEL ROCK VIENE LA ACCIÓN
por Iñaki LÓPEZ DE EGUÍLAZ - IndyRock
 02.12.2001  SALA: La Riviera (MADRID) 
PROMOTORA: Iguapop
No sé a razón de qué era, pero el espectáculo que empezaban a dar los escoceses en La Riviera dejó KO en los primeros minutos a tres integrantes del público, que, sumidos en incipientes síntomas de desmayo, no respondían al estereotipo de fan degenerado y sonrojante, ni por lo que parecía al reto de ponerse delante de "Come On Die Young" o "Rock Action". Tal vez fueran las subidas y bajadas, las distorsiones, el hipnotismo de los punteos o la sensación de que el tiempo no transcurre en las canciones de diez minutos, pero aquello que se estaba escuchando era una salvajada asombrosa representada sólo de pasada en el mejor disco internacional del año.
Porque Mogwai eludieron "Rock Action" y se subieron al montacargas del distorsionador para poner a prueba los límites de la resistencia de los tímpanos del ser humano con claras intenciones empíricas. Y mientras el ego psicodélico hacía de la improvisación una plegaria las canciones adquirían una dimensión atemporal en las que entre idas y venidas de pedal se iba yendo el tiempo hasta un previsible, por otro lado, cierre de concierto con crescendo de más siete minutos rendidos al maravilloso ruido que da en llamarse distorsión. Todo ello no tardaría en verse amansado en el inapelable "2 rights make 1 wrong", que valía por un bis de tres canciones en uno de los mejores momentos de la velada. 

Y después de esto, al arriba firmante no le quedaba más remedio que alejarse en el tiempo y en el espacio de ese concierto, con la extraña sensación de que no había sido para tanto, pero que sí tenía que serlo porque eran Mogwai y porque Mogwai son capaces de hacer que pidas una guitarra a los Reyes Mago. Pero ya no sabía si aquellas canciones que tiene uno apuntaladas en el centímetro cuadrado de cerebro dónde sólo se quedan ésas, las que no olvidas, eran las mismas que salían tan de cerca del bafle. De lo que sí estaba seguro era de que "Rock Action" es probablemente la obra maestra del año junto a "The Opiates" de Anywhen y "The Red Thread" de Arab Strap (menudo concierto dieron hace meses estos otros escoceses en Madrid). 

MOGWAI
Madrid, 2 diciembre 2001, LA RIVIERA
por  Pablo Rodríguez-Trenchs de la Hoz.
El concierto perfecto: con la sala para ellos, un público que conocía sus temas y el ambiente pre-concierto adecuado (caldeado por la propuesta radical de KID 606), la banda de Glasgow no tuvo problemas en meterse a todo el mundo en el bolsillo desde el momento en que entraron al escenario, tras una tensa espera, y arrancaron con Mogwai Fear Satan, retomando así el no olvidado álbum de debut Young Team, portador de esa cantidad de distorsión y aporreo patente más en sus actuaciones que en posteriores trabajos. Los crescendos impecables, el sonido cada vez más opaco, majestuoso y orquestal, no restaron espacio al intimismo, provocando en el que esto os cuenta una transición casi inconsciente, gradual, entre los estados anímicos más opuestos. Del cielo al infierno, y del industrialismo tecno al folk y al country. Una pieza de Come On Die Young cantada puso el momento tierno a la actuación; una pieza larga que fue cortada por el propio Stuart al ver que la gente estaba ya deseando otra descarga de ruido. La apoteosis Jewish fue absolutamente apocalíptica, y reveladora del enfoque oscuro, Seattle u metálico en Mogwai. Muchas veces he pensado, sin ser el único, que lo de esta gente es post-heavy. Post-heavy-metal, sí sí.
 
En fin... La orgía de manipulación sonora que cerró este tema fue algo así como la versión punki del Ohm, algo tan salvaje que era capaz de trasladarte a un estado anímico no habitual. Los músicos contemplaban aquello desde el backstage, tomando algo y disfrutando como los que más. Éstos, más músicos que nunca en aquella noche, demostraron tocar muy bien y gozar de una estupenda coordinación, de casi un don sobrehumano de domar las ondas de ruido-música y esculpirlas con una destreza que ya supone otro tipo de trabajo muy diferente a aquél de los digitadores legendarios de las seis cuerdas. El bis fue emocionante y la descomposición gradual del esqueleto sonoro, conmovedora. Les ayudó un público ya conocedor de los temas, lo cual y en ambiente hogareño soltó a éste y a la banda, provocando reacciones mutuas más allá de la mera sorpresa y un ambiente distendido donde hacerse hueco unos y otros. 

 KID 606 casi pretendía lo contrario con su incendiario rompecabezas de dub, hardcore, ruido y sampleos de lo más errático (del Himno a la Alegría a una Marcha Fúnebre finalmente no endosada en la corriente sonora), pasando por Black Sabbath o Slim Shady. Su show parecía querer confundir, preguntar ¿Qué has venido a hacer aquí? Y es que uno no sabe bien qué hacer cuando se trata de "ver" un DJ, debido a la costumbre de ponerse a bailar y santas pascuas. Y la clave, una vez más, estaba en escuchar. De igual forma con Mogwai.

 Un saludo para la gente de Ya Te Digo, que abrió la tarde demostrando que no, que el nombre no albergaba relación musical con Yo La Tengo, sino más bien con unos Joy Division a la picadora sónica sazonados con un Rock and Roll paranoico onda Frank Black. Momentos de tensión y sacudida que retornaban a calmos tiempos al estilo últimos Sonic Youth y media vuelta; una colega que hizo unos coros y un colega que tocó algunos de los temas como refuerzo. 


MOGWAI + KID 606
Fecha: 30-11-2001 Sala: Jam (BERGARA, Guipúzcoa) 
Estilo: ellos dicen que hacen Rock 
Promotor: Iguapop 
por Luis BENITO PEDRUZO - IndyRock
Una cosa está clara, Mogwai pasará a la historia de la música. Es lo justo. El quinteto escocés posee ganas, una personalidad arrolladora, buenas ideas y buen gusto. Mientras que en Madrid y Barcelona los teloneros fueron los vizcaínos Ya Te Digo (acaban de publicar su primer larga duración en Astro), en Bergara Kid 606 se encargó de dar buena cuenta de su hardcore electrónico. Tapones en los oídos fueron necesarios para superar la historia. Dicho queda todo.


Diez minutos antes de la once de la noche llegó el momento esperado. Por fin podíamos disfrutar en Euskadi del directo de Mogwai. "Sinewave", ese tema que abre el magnífico Rock Action, fue el escogido para comenzar una sesión cuasi mágica. Los "maestros del ruido", esos muchachos de Glasgow que han reinventado el rock, podrán optar por uno u otro repertorio, pero siempre se muestran rotundos y contundentes. Pocas son las bandas que en tan pocos años de vida han conseguido lo que Mogwai. Tienen a prácticamente toda la presa musical de su parte, un reconocimiento que para sí quisieran muchos, y una importante legión de seguidores tras de si. Han sido capaces de firmar tres álbumes (sin considerar Ten Rapid) realmente geniales y, por si fuera poco, es tanto el talento que poseen, que nos da "miedo" sólo pensar de lo que son capaces de ofrecer todavía. 


Así las cosas, que los escoceses nos visiten supone todo un acontecimiento cultural. Sin embargo, el público que acudió a la sala Jam fue menos del esperado. El quinteto optó por la alternancia en los temas, ¡nadie pasa de la calma a la tempestad con tanta clase como ellos! Nuestra última referencia era la actuación en el Fib 2001 y allí ofrecieron una auténtica ópera de ruido. Bien, en esta ocasión el ruido se intercaló con momentos de sensaciones que digo yo. Esos momentos en que las guitarras parecen estar recitando poesía (como en "Cody"). Conociendo un poco la trayectoria del grupo lo normal es que a nada que pongas un poco de tu parte en sus directos, logres sentirte embriagado por las atmósferas sonoras de las que son creadores los escoceses. Dos veces volvieron a salir, no queríamos acabar con nuestras especiales sensaciones tan pronto. Siempre hay grandes temas que se quedan fuera del set y es una lástima, pero todo no puede ser. Sin completar una actuación sobresaliente, ellos pueden hacerlo, Mogwai volvieron a dar muestras de lo que son, los padres del rock del siglo XXI. Un verdadero placer.


¿Los nombres de los genios? Dominic Aitchison, Stuart Braithwaite, Martin Bulloch, Barry Burns y John Cummings.

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