MOGWAI
Viernes 6 de Febrero de 2009 Sala Joy Eslava
Caos calmo
por
Álvaro Marcos - IndyRock
Fotos
Carla Ocaña - IndyRock
Los cinco escoceses salieron con puntualidad inglesa al
escenario de la Joy Eslava. Su pinta de cacho paisanos, así como
su proverbial falta de pose (algo poco frecuente en un grupo de
estrellas de rock, que es lo que son) es parte intrínseca del
archivo, así como poderoso y viril, que uno tiene de Mogwai en
la cabeza, coherente con su discurso artístico y su impasible
actitud de aquí-hemos-venido-a-tocar-a
cerrar-bocas-y-a-arrasar-humildemente-con-todo-lo-que-se-mueva.
Tal vez la copa que periódicamente rellenaba con vino tinto de
una botella Stuart Braithwaite fuese el único contrapunto
glamouroso a esta amenazadora ausencia de pretensiones tan suya.
Y es que a los conciertos de Mogwai se "asiste", en la medida en
que son más una liturgia contemplativa que participativa, y a
pesar de los típicos gañanes que berrean durante las explosiones
y no paran de joder el concierto hablando a voz en cuello el
resto del tiempo (¿os suenan?), por lo general, la procesión
suele ir por dentro y entre ovación y ovación hay más pupilas
dilatadas y sonrisas extasiadas que frenesí.
Arrancaron con
Precipice, la canción que cierra su
último disco
The Hawk is Howling (Wall of Sound, 2008),
en su formación arquetípica: Stuart Braithwaite a la guitarra,
capitaneando el barco con su facha de miniyó cabroncete;
director de orquesta y referencia del resto, el que más
gesticula, el único que se dirige al público y el que marca las
transiciones contando en bajito hasta cuatro cuando toca pisar
pedalada todo dios y pasar de la calma chicha al infierno.
El espigado Dominic Aitchison ocupa el centro, su mirada
extraviada durante gran parte del concierto en las alturas, tal
vez en los llamativos palcos de la Joy, sus largos dedos
deslizándose lánguidamente por el mástil de su bajo entre apoyos
y quintas. Marca de la casa son también las baterías
procesionales y precisas de Martin Bulloch que dictaminan ritmo
al que bogan el resto de remeros de una galera condenada a
navegar entre la calma y la tempestad. Por último, Barry Burns,
el último en enrolarse, el multiinstrumentista (guitarra,
sintes, teclado), el Mogwai comodín que se atreve con la voz
(aunque sea pasada por efectos) y John Cummings, el más
abstraído y más paisano de todos, igualmente imprescindible en
el puzzle.
Como viene siendo habitual en ellos, el concierto fue
impecablemente repetitivo y majestuosamente previsible (en las
grandes noches están más bien imperiales), con un clásico repaso
a toda su discografía, en el que, quizás con excepción de
I'm
Jim Morrison I'm Dead , brillaron más las canciones más
antiguas:
Friend of the Night, Hunted by a Freak (una de
sus cimas, rica y ambigua, al margen de su maniqueísmo más
efectista)
Summer o el manifiesto Mogwai
Fear Satan.
Con
Scotland's Shame y
Space Expert, descendió
la intensidad del concierto y con ella la atención del público.
El remedio fue el habitual: Braithwaite se sentó para coger el
bajo y comenzar con el arpegio de la canción total de Mogwai
(también curiosamente una de las más antiguas), algo de lo que
ellos (especialmente Braithwaite) son plenamente conscientes:
Helicon (part 1). Todo lo que los convierte en uno de los
dos o tres grupos más importantes del cambio de siglo y en un
punto de inflexión en el rock de guitarras está ahí concentrado:
su capacidad para tejer eso que los románticos llamaron "música
absoluta" aplicada al rock, su sensibilidad para emocionar y
alternar lo bello y lo delicado con lo sublime y lo terrible, el
muro poderoso de electricidad densa pero discernible, el talento
para crear vastos espacios imaginarios a base de repeticiones en
el tiempo (delays), el arte del crescendo. Todo aquello, en
definitiva, que hace que sus epígonos más aventajados en lo
luminoso (Sigur Ros, Explosions in the Sky) o en el lado oscuro
(Isis, Red Sparrowes, Russian Circles) estén por siempre detrás,
a su estela.
A unos los aventajan en intensidad, credibilidad y desgarro, a
los otros en su talento para eludir lo peligrosamente chabacano
aún con los trallazos a base de riffs en Re como
Batcat,
que, junto a
Like Herod, fueron las elegidas para cerrar
el concierto de Joy. En el bis no cayó
Christmas Steps,
pero sí la soleada
2 rights make 1 wrong y la
apocalíptica
We're not here. Hora y media larga de
concierto.
A la salida uno rememora y piensa que es verdad que hace
mucho que no hay signos de evolución reseñable en la discografía
de Mogwai, y, por lógica, tampoco en sus conciertos, donde a
veces los traiciona una apatía más que considerable (dónde
tendría la cabeza Stuart Braithwaite, precisamente el más
animoso, en la luenga paradiña de
Fear Satan, en la que
metió una gamba gloriosa); y sus explosiones de rabia congelada
tienen un tinte cada vez más y más domesticado, museístico e
inofensivo. Pero también es verdad que ya llevan más de 10 años
tocando sin parar muchas de esas canciones, y que, a pesar de
ello, no pocas reverberan para siempre de forma vibrante e
inconfundible desde la primera nota en muchos de nosotros. Puede
que nunca se atrevan a abandonar el confortable perímetro de la
comarca (o de Mordor) y que siempre sea más de lo mismo, pero
pocos lo hacen con esa honestidad y pocos pueden presumir de
transitar por un paisaje que, si bien previsible y manido, sea
tan bello, tan conmovedor y, sobre todo, tan exclusivamente
suyo.
Y sólo por eso hay que estar agradecido.
07.02.2004 SALA: Aqualung (MADRID)
PROMOTORA: Iguapop
por Iñaki LÓPEZ DE EGUÍLAZ - IndyRock
Fotos Luis Cobelo
. "Happy Songs For Happy People" no
ha sido un disco tan afortunado como "Rock Action". En éste, se
dejaron el listón demasiado arriba. Las comparaciones vuelven a
poner los nervios de punta a los interpelados, sabedores de que
obras maestras no se repiten todos los años. "Happy Songs For
Happy People" ni siquiera ha conquistado el criterio de los que
gustan de hacer las listas de los mejores discos del año; de
forma injusta, todo hay que decirlo, porque el disco no es tan
bueno como su predecesor, pero no deja de ser otro álbum
fundamental de 2003.
Pero da igual, porque los escoceses supieron sortear con aplomo
la tímida acogida de su último trabajo por parte de la crítica
con calculadas concesiones a anteriores discos en un directo que
se quedó a medias por un sonido falto de contundencia en las
distorsiones y con problemas de audio en el teclado. Mogwai es
un grupo imprevisible que da miedo, un grupo que cuando te está
acariciando la mejilla te suelta una bofetada sin avisar y cuyos
pasos de pedal son toda una seña de identidad que les he llevado
a ser uno de los grandes del post-rock. Por eso la primera
escucha de uno de sus discos es siempre sorprendente: nunca
sabes cuando sus acordes muertos de sueño van a rebelarse para
vivir un despertar de distorsión salvaje y maravillosa.
Pero no se extrañen si les digo que a pesar de los pesares, la
banda supo exprimir "Happy Songs For Happy People" hasta la
corteza y dar al público los hits que querían. A saber, apertura
de directo con las brutales "Kids will be skeletons" y "Killing
all the flies" que tuvieron su continuación con incunables como
"Hunted by a freak" y "Ratts of the capital". La que en los
últimos años se había convertido por derecho propio en el cierre
de sus conciertos, "2 rights make 1 wrong", buque insignia de
"Rock Action", se adelantó en esta ocasión a la zona media del
track list con final más distorsionado de lo habitual y cediendo
el puesto de honor en el bis a "Mogwai fears Satan", clásico
donde los haya dentro de su discografía. Reconfortante fue
también escuchar "Ithica 27 0 9", "You don´t know Jesus" y
"Helicon 2", que demostraron el estado puro del sonido que se
gastan estos tipos y "Sine wave", al rescate del vocoder de los
nichos del electro para revitalizarlo en un puntal
imprescindible en la arquitectura de esta banda que volvió a
maravillar, a pesar de todo.
Primavera
Sound 2003
24 de Mayo 2003 Poble Espanyol-Sala Nitsa Apolo
Barcelona
Fotos: MarceRock - Indyrock
Fotos:
Carlos Sánchez - IndyRock
Benicassim 2001
"Happy Songs for
Happy People" es el cuarto álbum de estudio de Mogwai. Su título
es muy adecuado para un disco veraniego, con canciones que
versan sobre paranoia, amenazas difusas, la Biblia, horrores sin
límite y el "hair metal" de los años ochenta. El álbum suena,
naturalmente, a Mogwai, o al menos como el disco de un grupo que
ha llegado a tales grados de confianza, intuición y comprensión
de lo que quieren hacer, que todas las influencias y
comparaciones del pasado suenan más huecas que nunca.
Estamos, sin lugar a dudas, ante el disco más ambicioso de
Mogwai hasta la fecha: cinemático y panorámico en su enfoque y
saturado en la melodía. El álbum supone un avance hacia ámbitos
más sutiles. Como banda de directo se salen, y dejan a su
público boquiabierto con su potencia magistral. Por esta razón,
el grupo se pasará la mayor parte del próximo año metido en la
furgoneta.
"Happy Songs for Happy People" se grabó en Glasgow, ciudad natal
de Mogwai, en los estudios Ca Va. Las labores de producción
corrieron a cargo del propio grupo y de Tony Doogan, que ya
trabajó mano a mano con David Friedman en su anterior entrega,
"Rock Action".
Con ocho discos de estudio en su trayectoria, el primero "Mogwai
Young Team" (1997) y el último "Rave Tapes" (2014), los de
Glasgow, que empezaron como trío para pasar luego a quinteto,
son uno de los iconos más sólidos y perdurables del post-rock,
en su caso el de la que podríamos llamar facción más cósmica.
Nacidos con la intención de dar salida a lo que al principio
llamaban "música seria de guitarra", lo suyo son los largos
desarrollos instrumentales basados en guitarras con dinámicas
contrastadas, en bajos de líneas melódicas y en un uso nada
temoroso de distorsiones y efectos (o de textura electrónica,
como se puede comprobar, por ejemplo, en su última entrega,
“Rave Tapes”). Apoyados fuertemente en su momento por John Peel,
con quien grabaron entre 1996 y 2004 siete de sus prestigiosas
"Peel Sessions", han establecido con el paso de los años
conexiones entre el shoegaze, el rock matemático y el arty,
destilando para ello sus primeras influencias (Fugazi, MC5, My
Bloody Valentine, Sonic Youth...) y sobre todo la de Slint,
hasta lograr una marca distintiva. Pasan los años, pero se
mantiene su envidiable madurez a la hora de encarar sus
sinfonías de ruido blanco.
MOGWAI anuncian que su noveno álbum, titulado "Every Country’s
Sun", se publicará el 1 de septiembre a través de supropio
sello, Rock Action. Tres años después de su último trabajo en
estudio, "Rave Tapes", el cuarteto escocés se reencuentracon el
productor Dave Fridmann, con el que ya trabajaron en "Come On
Die Young" (1999) y "Rock Action" (2001). Ya puedes escuchar el
tema que abreel álbum, "Coolverine". A menudo etiquetados
bajo el manto del post rock, lo suyo ya traspasacualquier
barrera estilística: rock, metal, electrónica y pop se funden en
una extensa discografía que incluye cuatro bandassonoras y
títulos clave en el devenir del rock de los 90 como “Young Team”
o “Rock Action”.
Mogwai:
Tormenta Electrica sobre Santiago
Domingo 19 de Mayo, 21 horas - Santiago de Chile
Especial para Indyrock por
Esteban Velasquez Cuadra.
Ya lo he mencionado otras veces. Desde hace poco mas de 2 años
que "Alt Productores", nos viene brindando la posibilidad de ver
a bandas de lujo. He asistido a casi todos los conciertos y ya
habia elaborado mi ranking de favoritos. En primer lugar tenia a
Jon Spencer & Blues Explosion, en segundo lugar a Yo La
Tengo y el tercer lugar lo compartia Stereolab junto a Man or
Astroman?. El primero fue exepcional, mucha energia y rock and
roll adrenalinico. Pero el concierto de Mogwai es
definitivamente lejos, lo mejor que he visto y escuchado en
mucho tiempo. No quiero parecer exagerado, pero jamas se habia
visto un show en directo, como el ofrecido por Mogwai, aquella
noche fria y lluviosa del 19 de mayo del 2002. Detallo la fecha,
por que sera inolvidable para todos los que estuvimos esa noche
en el Teatro Novedades.
El tiempo acompaño, extrañamente a Mogwai, fue un approach de lo
que pronto presenciariamos....Amanecio nublado y durante el dia
las nubes se tornaron amenazadoras. Bien avanzada la tarde, y a
solo horas del show, una tormenta electrica con relampagos,
truenos, lluvia, granizos y hasta nieve, en ciertos sectores, se
dejo caer sobre Santiago. El tiempo fue el telonero natural de
una noche extrema. El Teatro estaba copado, jamas lo habia visto
con su capacidad al tope (unas 750 personas aprox.). El ambiente
estaba prendidisimo, mucha espectacion y mucha excitacion. Una
carga magnetica se sentia en el ambiente. Y fue evidente, a
penas aparecieron los teloneros, los locales de Gnosis, el
publico manifesto toda la efervecencia que se estaba viviendo en
ese momento. Gnosis cultivan lo que se conoce como post rock,
muy emparentados con Mogwai y con Tortoise. Los chicos hicieron
una buena presentacion, cerca de cuatro temas, desde pasajes
ambientales narcoticos hasta finalizar con una dosis de noise
bien espacial. Merecidos aplausos y a esperar el plato fuerte de
la noche. La espera fue más larga de lo habitual, mas de 30
minutos, para lo que deberia haber sido 15, pero vaya que si
valio la pena la espera. Stuart Braithwaite (guitarra), Dominic
Aitchison (bajo), Martin Bulloch (bateria), Barry Burns
(guitarra, flauta, teclados) y John Cummings (guitarra) hacian
aparicion en el escenario y el publico los recibia con unas
ganas increibles, delirio total. Es que no es para menos.
El disco Rock Action (© Southpaw 2001) ya ha adquirido un sitial
muy importante en el espectro de la musica independiente. En el
recuento de los mejores discos del año 2001, varias
publicaciones especializadas, lo señalaban como uno de los
mejores discos aparecidos ese año. Ademas la banda, venia con el
rotulo de "mejor banda en vivo del ultimo tiempo". Con
semejantes referencias, el grado de espectacion era, por decir
lo meno, elevado. Bien...ahora en escena los de Glasgow,
arremetiendo con una melodia hipnotica y cada vez mas violenta.
Es el tema de inicio. Son 3 afiladas guitarras, un bajo potente
y una bateria tan precisa como demoledora. Suficientes para
provocar una catarsis en el publico y para ir poniendo a prueba
nuestros oidos.
La melodia hipnotica sigue su curso, de pronto...la guitarra de
Stuart Braithwaite rompe en distorsion noise, mira al publico y
sonrie desquiciadamente. Es como un asesino en serie,
disfrutando con ver lo que poco a poco nos iria provocando.
Ahora explota la guitarra de John Cummings y comienzo a ver como
algunas personas se tapaban sus oidos. El noise es elevado, pero
aun no lo suficiente para Mowgai. Barry Burns se suma al acto y
ahora son 3! las guitarras que dan de azotes. Esto parece una
real explosion. Ahora son varios los que se cubren sus oidos y
creo que era lo mas saludable. (Al dia siguiente mis oidos me lo
hicieron saber).
Es que ellos mismos lo han advertido: "Regalamos tapones en
nuestros recitales, pues pueden llegar a afectar el oido." Vaya
que si no. Lamentablemente aca no regalaron nada, pero hubo
muchos precabidos que llevaron los suyos. Yo no lo hice, y si
bien estuve a punto de taparmes los oidos, no lo hice. ¿Que
gracia tenia ir a "escuchar" a Mogwai, si luego te tapas los
oidos?. No lo hice. Quize llegar al limite, aceptando de muy
buenas ganas el desafio que Mowgai imponia. Como me podria tapar
los oidos ante piezas como "Mogwai fear Satan", "Like Herod" o
"Yes, i am a long way of home"?. Habia que aceptar ese desafio,
aunque lo consiguen con facilidad, el hacerte complice de su
universo sonoro. Primero te llevan por un paisaje resonante de
profunda belleza, donde las notas van acariando tu espacio. Te
hacen estremecer dulcemente, tal cual lo hicieron con "Cody",
del album "Mogwai: Come on die young" de 1997. Pero luego te
llevan al lado perverso, al lado oscuro. Tal cual lo vemos en la
vida misma. La dicotomia de la vida y la muerte, del bien y del
mal, de lo feo y lo bonito. Ahi es donde se pudo sentir con "You
dont' know jesus" o "2 rights make 1 wrong". Pasas de un estado
en profunda instrospeccion a una exaltacion absoluta de tus
emociones. En cierta medida se aproxima bastante a los
principios de musica que establecia uno de los compositores
subliminales mas influyentes (y desconocidos por la mass-media)
en nuestros dias. Me refiero a Karlheinz Stockhausen. Planteaba
que cada musico debia lograr un cierto estado espiritual con la
musica que ejecutaba. Todo ello con las tecnicas de lo
aleatorio, el azar, el ruido y el silencio.
Conceptos que Mowgai maneja y utiliza muy particularmente. En
fin....solo hubo una vuelta al escenario, luego que se habian
ido, el publico los vitoreo hasta hacerlos volver y lo hicieron
con la esquizofrenica "Like Herod". A romper timpanos!. Las 3!
guitarras en distorsionadas y acopladas a mas no poder. Ya veia
que el viejo teatro se venia abajo. Pero no. Todo resistia,
todos resistiamos, algunos a oidos descubiertos, otros
cubriendolos con sus manos. Acoples y Feedbacks envolvian todo.
De pronto los musicos comenzaron a hacer abandono del escenario.
Uno por uno. Solo quedo Stuart Braithwaite, dejo su guitarra a
un lado, se arrodillo y con, no se que instrumento, comenzo a
hacer millones de ruidos. Algunos en frecuencia tan baja que mi
cuerpo llegaba a vibrar, otros en frecuenia tan alta que
llegaban a hacerme cerrar los ojos, como un reflejo de
proteccion. Era un escena insana. Algo asi como la escena final
de "Apocalipsis Now", donde Martin Sheen, con la cara pintada de
mimetizaje, entra al escondite habitado por Marlon Brandon y lo
ataca por la espalda, dandole sendos machetazos. La musica de
los Doors (que ahi suena) podria reemplazarse perfectamente con
ese momento final del concierto. Lo mencionaba en el comienzo,
el tiempo acompaño extrañamente a Mogwai.
En Santiago se dejo caer una tormenta electrica. De alguna
manera uno podria tomar la precaucion de ponerse un impermeable
o buscar un paraguas y cubrirse de la lluvia, granizo y/o nieve.
Pero jamas podria haber evitado la "otra" tormenta electrica que
sacudio mis oidos. Ahora escucho el nuevo disco disco de Belle
and Sebastian (a bajo volumen) y creo que visitare al otorrino.
Lo digo en serio.
Fotos:
Luis Cobelo- IndyRock
DESPUÉS DEL ROCK VIENE LA
ACCIÓN
por Iñaki LÓPEZ DE EGUÍLAZ - IndyRock
02.12.2001 SALA: La Riviera (MADRID)
PROMOTORA: Iguapop
No sé a razón de qué era, pero el espectáculo que empezaban a
dar los escoceses en La Riviera dejó KO en los primeros minutos
a tres integrantes del público, que, sumidos en incipientes
síntomas de desmayo, no respondían al estereotipo de fan
degenerado y sonrojante, ni por lo que parecía al reto de
ponerse delante de "Come On Die Young" o "Rock Action". Tal vez
fueran las subidas y bajadas, las distorsiones, el hipnotismo de
los punteos o la sensación de que el tiempo no transcurre en las
canciones de diez minutos, pero aquello que se estaba escuchando
era una salvajada asombrosa representada sólo de pasada en el
mejor disco internacional del año.
Porque Mogwai eludieron "Rock Action" y se subieron al
montacargas del distorsionador para poner a prueba los límites
de la resistencia de los tímpanos del ser humano con claras
intenciones empíricas. Y mientras el ego psicodélico hacía de la
improvisación una plegaria las canciones adquirían una dimensión
atemporal en las que entre idas y venidas de pedal se iba yendo
el tiempo hasta un previsible, por otro lado, cierre de
concierto con crescendo de más siete minutos rendidos al
maravilloso ruido que da en llamarse distorsión. Todo ello no
tardaría en verse amansado en el inapelable "2 rights make 1
wrong", que valía por un bis de tres canciones en uno de los
mejores momentos de la velada.
Y después de esto, al arriba firmante no le quedaba más remedio
que alejarse en el tiempo y en el espacio de ese concierto, con
la extraña sensación de que no había sido para tanto, pero que
sí tenía que serlo porque eran Mogwai y porque Mogwai son
capaces de hacer que pidas una guitarra a los Reyes Mago. Pero
ya no sabía si aquellas canciones que tiene uno apuntaladas en
el centímetro cuadrado de cerebro dónde sólo se quedan ésas, las
que no olvidas, eran las mismas que salían tan de cerca del
bafle. De lo que sí estaba seguro era de que "Rock Action" es
probablemente la obra maestra del año junto a "The Opiates" de
Anywhen y "The Red Thread" de Arab Strap (menudo concierto
dieron hace meses estos otros escoceses en Madrid).
MOGWAI
Madrid, 2 diciembre 2001, LA RIVIERA
por Pablo Rodríguez-Trenchs de la Hoz.
El concierto perfecto: con la sala para ellos, un público que
conocía sus temas y el ambiente pre-concierto adecuado (caldeado
por la propuesta radical de KID 606), la banda de Glasgow no
tuvo problemas en meterse a todo el mundo en el bolsillo desde
el momento en que entraron al escenario, tras una tensa espera,
y arrancaron con Mogwai Fear Satan, retomando así el no olvidado
álbum de debut Young Team, portador de esa cantidad de
distorsión y aporreo patente más en sus actuaciones que en
posteriores trabajos. Los crescendos impecables, el sonido cada
vez más opaco, majestuoso y orquestal, no restaron espacio al
intimismo, provocando en el que esto os cuenta una transición
casi inconsciente, gradual, entre los estados anímicos más
opuestos. Del cielo al infierno, y del industrialismo tecno al
folk y al country. Una pieza de Come On Die Young cantada puso
el momento tierno a la actuación; una pieza larga que fue
cortada por el propio Stuart al ver que la gente estaba ya
deseando otra descarga de ruido. La apoteosis Jewish fue
absolutamente apocalíptica, y reveladora del enfoque oscuro,
Seattle u metálico en Mogwai. Muchas veces he pensado, sin ser
el único, que lo de esta gente es post-heavy. Post-heavy-metal,
sí sí.
En fin... La orgía de manipulación sonora que cerró este tema
fue algo así como la versión punki del Ohm, algo tan salvaje que
era capaz de trasladarte a un estado anímico no habitual. Los
músicos contemplaban aquello desde el backstage, tomando algo y
disfrutando como los que más. Éstos, más músicos que nunca en
aquella noche, demostraron tocar muy bien y gozar de una
estupenda coordinación, de casi un don sobrehumano de domar las
ondas de ruido-música y esculpirlas con una destreza que ya
supone otro tipo de trabajo muy diferente a aquél de los
digitadores legendarios de las seis cuerdas. El bis fue
emocionante y la descomposición gradual del esqueleto sonoro,
conmovedora. Les ayudó un público ya conocedor de los temas, lo
cual y en ambiente hogareño soltó a éste y a la banda,
provocando reacciones mutuas más allá de la mera sorpresa y un
ambiente distendido donde hacerse hueco unos y otros.
KID 606 casi pretendía lo contrario con su incendiario
rompecabezas de dub, hardcore, ruido y sampleos de lo más
errático (del Himno a la Alegría a una Marcha Fúnebre finalmente
no endosada en la corriente sonora), pasando por Black Sabbath o
Slim Shady. Su show parecía querer confundir, preguntar ¿Qué has
venido a hacer aquí? Y es que uno no sabe bien qué hacer cuando
se trata de "ver" un DJ, debido a la costumbre de ponerse a
bailar y santas pascuas. Y la clave, una vez más, estaba en
escuchar. De igual forma con Mogwai.
Un saludo para la gente de Ya Te Digo, que abrió la tarde
demostrando que no, que el nombre no albergaba relación musical
con Yo La Tengo, sino más bien con unos Joy Division a la
picadora sónica sazonados con un Rock and Roll paranoico onda
Frank Black. Momentos de tensión y sacudida que retornaban a
calmos tiempos al estilo últimos Sonic Youth y media vuelta; una
colega que hizo unos coros y un colega que tocó algunos de los
temas como refuerzo.
MOGWAI + KID 606
Fecha: 30-11-2001 Sala: Jam (BERGARA,
Guipúzcoa)
Estilo: ellos dicen que hacen Rock
Promotor: Iguapop
por Luis BENITO PEDRUZO - IndyRock
Una cosa está clara, Mogwai pasará a la historia de la música.
Es lo justo. El quinteto escocés posee ganas, una personalidad
arrolladora, buenas ideas y buen gusto. Mientras que en Madrid y
Barcelona los teloneros fueron los vizcaínos Ya Te Digo (acaban
de publicar su primer larga duración en Astro), en Bergara Kid
606 se encargó de dar buena cuenta de su hardcore electrónico.
Tapones en los oídos fueron necesarios para superar la historia.
Dicho queda todo.
Diez minutos antes de la once de la noche llegó el momento
esperado. Por fin podíamos disfrutar en Euskadi del directo de
Mogwai. "Sinewave", ese tema que abre el magnífico Rock Action,
fue el escogido para comenzar una sesión cuasi mágica. Los
"maestros del ruido", esos muchachos de Glasgow que han
reinventado el rock, podrán optar por uno u otro repertorio,
pero siempre se muestran rotundos y contundentes. Pocas son las
bandas que en tan pocos años de vida han conseguido lo que
Mogwai. Tienen a prácticamente toda la presa musical de su
parte, un reconocimiento que para sí quisieran muchos, y una
importante legión de seguidores tras de si. Han sido capaces de
firmar tres álbumes (sin considerar Ten Rapid) realmente
geniales y, por si fuera poco, es tanto el talento que poseen,
que nos da "miedo" sólo pensar de lo que son capaces de ofrecer
todavía.
Así las cosas, que los escoceses nos visiten supone todo un
acontecimiento cultural. Sin embargo, el público que acudió a la
sala Jam fue menos del esperado. El quinteto optó por la
alternancia en los temas, ¡nadie pasa de la calma a la tempestad
con tanta clase como ellos! Nuestra última referencia era la
actuación en el Fib 2001 y allí ofrecieron una auténtica ópera
de ruido. Bien, en esta ocasión el ruido se intercaló con
momentos de sensaciones que digo yo. Esos momentos en que las
guitarras parecen estar recitando poesía (como en "Cody").
Conociendo un poco la trayectoria del grupo lo normal es que a
nada que pongas un poco de tu parte en sus directos, logres
sentirte embriagado por las atmósferas sonoras de las que son
creadores los escoceses. Dos veces volvieron a salir, no
queríamos acabar con nuestras especiales sensaciones tan pronto.
Siempre hay grandes temas que se quedan fuera del set y es una
lástima, pero todo no puede ser. Sin completar una actuación
sobresaliente, ellos pueden hacerlo, Mogwai volvieron a dar
muestras de lo que son, los padres del rock del siglo XXI. Un
verdadero placer.
¿Los nombres de los genios? Dominic Aitchison, Stuart
Braithwaite, Martin Bulloch, Barry Burns y John Cummings.
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