"La tribu más ruda del Rock"
Foto J.E Gomez © Indyrock- Esparrago Rock 2001
Por Manuel Vilas para IndyRock
"Crazy Horse son una banda fenomenal. Cuando toco con ellos no hay
nada que se le parezca. Amo a Crazy Horse. Espero seguir tocando juntos
mientras sigamos vivos. Porque cuando no lo hago me doy cuenta de cuanto
añoro tocar con ellos" Neil Young en Year of the horse, de Jim Jarmusch,
1997.
Tal elogio nace tras tres décadas de relación. En
el camino quedan una docena de discos firmados bajo el título de
"Neil Young & Crazy Horse". Grabaciones plenas que han servido para
forjar una de las leyendas más auténticas de la música
rock. Y es que cuando Billy Talbot, Raph Molina y Frank "Poncho" Sampedro
(los actuales Crazy Horse), empuñan sus armas junto al Gran Jefe
se desata una magia especial. "Todo es la misma canción", le confiesa
Young al micrófono antes de arremeter When you dance you can realy
love en el comienzo de Year of The Horse, el documental con el que Jim
Jarmusch inmortaliza toda la intensidad de Crazy Horse en directo.
Pero estas alabanzas no significan que Neil Young (Toronto, Canadá,
1945) sea un artista fiel. Ni mucho menos. El áspero guitarrista,
cumpliendo con su fama de genio errático y stajanovista, ha frecuentado
muchas compañías, algunas peligrosas. Los Stray Gators, the
Sockings Pins, The Restless, Crosby, Stills & Nash y Pearl Jam son
algunos de los grupos que han grabado con Young en sus 37 discos como solista.
"No quiero tocar con ellos en todos mis discos, ni en todas las giras.
Hay demasiadas facetas de mi música que debo seguir cuidando. Y
si no fuera por esas cosas que hago, Crazy Horse no serían tan buenos",
se defiende el hippie narcisista.
Tiene razón Young al negarse a reducir su obra a la docena de
discos registrados con Caballo Loco. Pero también es cierto que
cada vez que necesita revitalizar su carrera llama a sus fieles compañeros.
Entonces, el vaquero distorsiona su música hasta llevarla a lugares
inhóspitos, territorios sonoros llenos de mugre eléctrica
a los que nadie más ha logrado acceder. Y de paso reconquista el
beneplácito de la crítica, siempre áspera con sus
periódicos ejercicios de estilo: Rockabilly, Folk, Techno o Country.
Ni siquiera el sin fin de grandes músicos que han aportado algo
a las grabaciones de Young - JJ Cale, Jack Nitzsche, Nils Lofgren, Ben
Keith, Ry Cooder- lograron eclipsar el esplendor de la alianza.
1969-1979: América despertaba conmocionada por el fin del sueño
hippie. Young había roto -parecía que definitivamente- con
los exitosos Buffalo Springfield. El grupo muere víctima de la lucha
de egos y Young se encuentra un día en un bar de San Francisco con
un combo local llamado The Rockets. El promiscuo autor no se lo piensa
dos veces y los recluta, como luego haría con otras muchas bandas.
En un par de semanas, The Rockets entran en el estudio para grabar Everybody
Knows this is Nowhere, segundo disco en solitario del canadiense. Eso sí,
lo hacen con otro nombre. Había nacido la leyenda de Crazy Horse.
Antes de que Young los rebautizara, The Rockets lanzaron un álbum
homónimo, editado por White Whale en 1968. Desde su renacimiento
han firmado otros cuatro discos (Crazy Horse 1971, Loose y At Crooked Lake
1972, Crazy Moon1978
Left
For Dead 1989). Del grupo inicial Young se queda con Danny Whitten-
a la guitarra rítmica -Billy Talbot- el bajista de pelos eléctricos-y
Ralph Molina - el pequeño batería.
Billy Talbot: Young le otorga la responsabilidad de ser "el centro
del grupo, porque es él que toca las grandes notas. Billy es el
sonido". Sin duda, el bajo de Talbot suena duro en todas y cada una de
las composiciones del conjunto, incluso en las más country. Talbot
es el más inquieto musicalmente de todos los Crazy Horse, ya que
tiene su propio grupo, donde canta y toca la guitarra. Cuando la gira que
los trajo a la Península acabe, lanzará Stress Release el
primer disco de The Billy Talbot Band. Talbot toca un bajo mixto, un Fender
, un con el cuello de un Telecaster. En los conciertos, tiene la manía
de tocar de espaldas al público.
Ralph Molina: "Contumaz como una roca" Así define Young la batería
de su compañero, al que ha llamado para aporrear los tambores en
muchos de sus mejores discos, incluso en aquellos, como On the Beach, donde
no participan el resto de Crazy Horse. El más pausado de todos,
Molina es capaz de recrear con su batería ritmos tribales que arropan
en la épica americana de las letras Neil Young. Pequeño,
por su físico aparenta la encarnación ideal de un extra en
un telefilme yanqui de sobremesa. Molina, Talbot y Whitten empezaron en
la música en 1963 con la banda Danny and the Memories, formación
a capela que afortunadamente abandonaron para aprender a tocar sus instrumentos.
Everybody Knows this is Nowhere (1969) El resultado del casual encuentro
es magnífico. Por primera vez Young logra que sus armonías
vocales sobresalgan sobre una tormenta eléctrica, entrelazada por
punteos lejanos de dos guitarras. Everybody Knows this is Nowhere conformó
al sonido del resto de la carrera del díscolo compositor. Por un
lado se escondían largas canciones épicas y ruidosas- Cowgirl
in the sand (10 minutos), Down By The River (más de 9). Por el otro
amenazaban composiciones más austeras y campestres, como la que
da título al trabajo. Pero Crazy Horse no tuvieron tiempo de saborear
el éxito, pues la muerte se cruzaría en el camino del grupo.
No volverían a grabar un álbum con Neil Young hasta seis
años después.
Una sobredosis de heroína se llevó Whitten en 1972, cuando
ya llevaba tiempo apartado de la banda. En el primer disco homónimo
de Crazy Horse, Whitten firma la mayoría de las canciones, brillantes
ejercicios de country pop culminados por la balada I don´t want to
talk about to it, que luego versionaría, entre otros, Rodd Stewart.
Su pronta desaparición con 29 años y la muerte del roadie
Bruce Berry -otra sobredosis- marcaron un antes y un después en
la carrera de esta generación de músicos. "Destrozó
mi mente. Amaba a Danny. Me sentí responsable", reconocería
tiempo después Young , siempre lacónico en una de sus escasas
declaraciones sobre la desgracia.
Leche / sangre para seguir adelante, he visto la aguja y el
daño hecho, una pequeña parte en cada uno, pero todos los
yonkys son como una puesta de sol .
Estas palabras fueron el primer homenaje de Young a su compañero
de guitarra. The Neddle and the damage done, pieza clave en el exitoso
Harvest (1972), es una de las más escalofriantes baladas creadas
con una simple acústica. Harvest es aún hoy la grabación
más vendida de Young, y el single Heart of Gold su único
número uno en las listas americanas. Buena parte de la culpa la
tienen los Stray Gators de Jack Nitzsche y Ben Keith. Para ser justos,
Words (Between the lanes of age), la lenta agonía eléctrica
que cierra tan espléndido ejercicio de countryes, la cima de la
música de Neil Young en su lado de mayor octanaje.
Tonight´s the night (1975): Grabado antes que On the Beach, pero
publicado después, es deprimente, difícil. La razón
del retraso es que tanta oscuridad no gustó en Reprise: "Cuando
lo llevé a la compañía lo odiaron" Cuenta el canadiense,
por entonces aficionado a las botellas de tequila José Cuervo, que
lo escucharon diez veces seguidas a todo volumen y que el resultado fue
horrible. Tonigth´s the night es "una historia de droga y muerte.
Sobre una estrella de rock sucia y quemada que está a punto de irse;
sobre lo que la fama y las multitudes te hacen". El resultado es oscuro
y amargo, no apto para escuchar a las once de la mañana si se desea
un buen día. Cuenta con la presencia de los dos Crazy Horse supervivientes,
mientras que la guitarra de Whitten, la toman sucesivamente Nitszche y
Keith.
También participa Crazy Horse, pero con un rol más secundario,
en On the Beach (1974). Es el disco más difícil de conseguir
de su extensa discografía (casi imposible hasta la popularización
de Internet). Un álbum extraño, lánguido y raramente
hermoso. Maldito por su autor, que no lo reedita porque, dicen, le recuerda
a una época difícil. Fruto de la desolación por la
muerte de sus compañeros (y puede que hundido por ciertos desengaños
amorosos) el maduro hippie entierra su cadillac en la arena y se sienta
en la playa para recapitular sobre lo que ha dejado en el camino. Lo hace
para huir del éxito comercial de Harvest, para volver al pasado
y de paso reinventar el Blues. Unas veces los resultados son notables,
Revolution Blues, Vampire Blues, otras penosos: Ambulance Blues (tema que
escogieron REM cuando grabaron con Young). Renunciando al presente, tras
el fin de una época dorada, Neil se sienta al borde del mar, mira
atrás y engendra un sonido antiguo y etéreo : Motion Pictures,
See the Sky About to Rain. Joyas melancólicas sólo a la escucha
en carísimos piratas (detalle que ha empujado a un fan a comprimirlo
entero y colgarlo digitalmente de la Red). Ocho temas en los que Molina
le da a la batería mientras que Talbot sólo hace una breve
aparición en la animosa Walk On. Esta canción, la única
composición optimista de este disco , ha estado alejada de su repertorio
durante décadas, pero reaparece en el último disco, el directo
Road Rock Volume 1, Friends and Relatives (2001). En On the Beach Young
loa al ayer que se esfuma "Recuerdo los viejos tiempos, tirados toda la
noche volviéndonos locos, entonces el dinero no era tan bueno, pero
lo hacíamos lo mejor que podíamos".
Para salir del bache en el que hundió su carrera comercial tras
Harvest, habría de esperar a la recomposición de Crazy Horse.
Es el momento de la aparición de Frank "Poncho" Sampedro, un robusto
fan de las camisetas de Jimi Hendrix que le dio al Caballo un sonido más
contudente. Sampedro, natural de Detroit pero descendiente de emigrantes
gallegos y andaluces, merodeaba desde el 68 por los clubes de la Costa
Oeste hasta que fue reclutado para sustituir a Whitten. Las fuentes difieren
en señalar cómo fue el encuentro, unos dicen que fue reclutado
por Talbot en una fiesta, otros que fue iniciativa del Gran Jefe con quien
compartía amigos. Sea como fuere , Sampedro se encarga desde entonces
de la guitarra rítmica y , en ocasiones, de los teclados. Su incorporación
fue clave para encrudecer el ya rancio sonido del Caballo. El propio Sampedro
ha dicho que " el motivo por el que la gente ama los discos de Crazy Horse
es que no hablamos de cómo deben sonar las canciones por adelantado.
No hay arreglos, no hay producción. Sólo somos nosotros pasando
un buen rato tocando".
Zuma (1975): la nueva formación borda los viejos palos, el eléctrico
con Danger Bird, el acústico con Througt my sails. La ruidosa guitarra
de Sampedro se acopla a medios tiempos alcohólicos: Barstool blues
y Drive back. La pieza clave es Cortez the Killer, otra canción
extensa en duración y emociones. Cortez the killer ejemplifica lo
que pueden hacer juntas las guitarras de Young y Sampedro. La épica
visión desoladora de la conquista de Méjico fue el pretexto
para que la España de Franco censurase Zuma: "y sé que ella
aún vive allí, y que me sigue amando hasta hoy, pero no puedo
recordar cuando, o donde perdí mi camino-". Zuma -extraño
apócope de Montezcuma- es, además del debut de Sampedro,
el disco más equilibrado de los 70.
De nuevo en la cima, Young se refugia al campo para recopilar los resultados
de una década. Fruto de esta retirada son varios proyectos personales
no del todo logrados. Así, graba un discreto segundo disco con Crosby,
Stills & Nash. Acaban los 70 que resume en el recopilatorio Decade.
Recomendable para no iniciados, pues es la síntesis de un periodo
prodigioso para el autor
American Stars & Bars (1997), que originalmente se iba a llamar
Chrome Dreams, segunda tentativa con los nuevos Crazy Horse, significa
uno de los peores trabajos del conjunto. En parte porque Young reservarlas
mejores de entre sus nuevas composiciones para otros álbumes (Too
far gone, Pocahontas) . Sólo destaca el clásico Like a Hurricane,
historia de un amor imposible compuesta en el bus de la gira.
Cerca del estancamiento, Young decide abandonar la electricidad para
refugiarse en un mundo más personal, acústico en el bello
Comes a time. Arropado en algunos temas por toda una orquesta sinfónica,
entre el folk y el country, firma alguna de sus mejores canciones, como
la que da nombre al trabajo. Sin embargo son los invitados Crazy Horse
los que crean el momento más intenso del álbum, Look out
for my love . Comes a time es un disco tranquilo y delicioso. Pero ni crítica
ni público entendían tantos bandazos de una obra ya inabarcable.
En 1978, nadie daba un duro por él. Era el tiempo del Punk, y en
el mercado discográfico no había sitio para los viejos vaqueros.
Entonces, como ave fénix,se reinventa otra vez. Y lo hace con
un disco histórico construido a partir de unas letras impagables.
Rust Never Sleeps (1979) es pieza indispensable en cualquier antología
musical. Dividido en dos partes, sólo en la segunda aparecen unos
pletóricos Crazy Horse, desde entonces la más ruda banda
de R&R. El frenético ruido, marcado por la intensidad del directo
(libre del clamor del público tras pasar por el estudio) refleja
toda la potencia que pueden generar cuando se juntan sobre el escenario
los cuatro músicos. En Sedan Delivery y Hey, Hey, My, My (into the
black) construyen dos clásicos del rock de guitarras. Powderfinguer
y la misógina Welfare Mothers estaban pensadas para Lynyrd Skynyrd,
con quien Young mantenía una buena relación a pesar de la
cita de Sweet Home Alabama. La primera parte del disco es acústica
donde todas las canciones superan el sobresaliente. Trasher (desesperada
y épica), Ride my Lama ( una la loa psicodélica), Pocahontas
(donde vuelve a revindicar la cultura de los nativos americanos) y la romántica
Sail Away son verdaderas joyas no superadas.
Por encima de todas está la versión desenchufada del tema
principal del álbum, retitulado My, my, hey, hey, (out of the blue).
"Es mejor arder que desvanecerse", es un verso que ha marcado a varias
generaciones de músicos engullidos por el mercado. My, my, hey,
hey, (out of the blue) es la historia del Punk y de los Sex Pistols (sobre
quienes versa el tema) y es la historia de Hendrix (a quien dedica Ride
my Lama) Dieciséis años después, Cobain también
la haría parte de su tragedia. Afortunadamente no ha sido la historia
del superviviente Young, quien ha sabido defenderse de la industria parapetado
en su productividad y en la legión de ávidos fans, los rusties.
Live Rust (1979) es la plasmación de la gira promocional con
Crazy Horse de Rust Never Sleeps. Recogida también en vídeo,
la gira marca el punto y aparte en la carrera de Young con los Crazy Horse.
Los 70 acaban en todo lo alto. La siguiente década hundiría
a Young en su peor crisis creativa y personal.
1979-1989: Años ochenta. Tiempo oscuro para el músico
canadiense. Casi ninguno de los discos de esa época merece la pena,
ni siquiera los dos que rubrica con Crazy Horse. Young deambula cabizbajo
por una profunda crisis personal tras el nacimiento de dos hijos con deficiencias
intelectuales. Las peleas con la discográfica le llevan a cambiar
de sello por primera vez. Tras trece años en Reprise (filial de
Waner), firma un jugoso contrato con Geffen.
Re-ac-tor (1981) es el último disco para Reprise con su banda
favorita. Supone un paso atrás en la línea garajera consolidada
en Live Rust. Si alguna vez los Crazy Horse sonaron parecido a lo que después
sería el grunge fue en Re-ac-tor . Pleno de poder, rock duro del
bueno con mensaje y música involucionista: "Por eso pasaste toda
la noche jodiéndote en aquel bar de rock and roll" canta en Opera
Star. Amargado por los problemas de su segundo vástago -fruto de
otra esposa-, en la parte de atrás del vinilo de Re-ac-tor se puede
leer una desesperada nota en latín: "Dios, dame la serenidad para
aceptar las cosas que no puedo cambiar, y la fuerza para cambiar las que
puedo, y la prudencia para reconocer la diferencia". Re-ac-tor es uno de
los seis discos de Neil Young nunca reeditados en CD.
El salto a Geffen fue traumático, una equivocación. Aunque
para su creador Trans y Everybody is rockin´ figuran entre lo mejor
de su discografía, lo cierto es que ni éstos, ni Life, ni
Landing on the Water pasan de ser obras menores. Young da bandazo tras
bandazo. Musicalmente oscila sin sentido de los sintetizadores de Trans
(en el que colaboran los tres Crazy Horse) al bucolismo country de Old
Ways. Además, el antaño hippie (y ya multimillonario padre
de familia) se declara partidario del ultra conservador Ronald Reagan.
Los directivos de Geffen estallan en 1983 tras reciben las cintas de Everybody
is rockin´. Su estrella, tras la debacle del artificial Trans, les
entrega una grabación de puro Rockabilly, una revisión del
rock de los cincuenta con versiones de Jimmy Reed, Elvis Presley y Bobby
Freeman.De inmediato lo demandan por dos millones alegando que hace conscientemente
música " no comercial". El confuso músico les responde con
una contra demanda por 21 millones de dólares. El pleito se eterniza
en los juzgados, por lo que Young se ve obligado a entregar más
discos mediocres para calmar a la multinacional . "Fue el peor periodo
de mi carrera -le confesó a posteriori al escritor Greg Kot- sentía
que me estaban manipulando y yo empecé a manipularlos también.
Todo era anticreativo. Componer música se convirtió en una
pelea". El resultado, el limitado Landing on Water, está también
próximo a lo que el mercado espera de él.
Una de las dos concesiones a Geffen la corubrica com Crazy Horse. Life
(1987) stá entre lo más decente de ese tiempo. La calidad
del material es mediocre, con sobreabundancia de teclados cercanos a la
new age. Inca Queen vuelve sobre las huellas de Cortez the killer y en
la bruta Prisioners of Rock and Roll la banda suena al filo del tópico:
"La gente dice que tocamos demasiado alto, pero no saben sobre que va nuestra
música, nunca atendemos al hombre de la discográfica, intentan
cambiar y arruinar nuestra banda, somos prisioneros del rock and roll".
Por lo demás, baladas, peores textos y prescindibles medios tiempos
country aprovechados para cerrar con honra la nefasta era Geffen.
1989-2001:El camino se vuelve de poner cuesta abajo con la vuelta a
casa. Reprise saca el notable soulero This note´s for you y el EP
El Dorado. Pero la total recuperación para el mundo de los vivos
de Neil Young se produce con el polifacético Freedom. Cierto es
que la fórmula del renacer es conocida, pues se parece mucho a la
utilizada en Rust Never Sleeps. Una gran canción, Rockin´
in the free word, en sus versiones acústica y eléctrica abre
y cierra el disco grabado en directo. El músico parece salir de
su autismo y se erige de nuevo en cronista de dramas personales y sociales
- camiseta antinuclear incluida - en la urbana Crime in the City (Sixty
to Zero Part 1): "Traedme un compositor, que esté perdido lejos
de casa, aseguraos que esté hambriento, aseguraos que esté
solo, por favor traedme una hamburguesa de queso, y un nuevo Rolling Stone".
Con Poncho Sampedro a las guitarras, Young consigue rehacer su carrera
dejando claro que es un genio multidisciplinar. Así, recupera del
baúl canciones de los 70 no grabadas, como la bella Too Far Gone
, retorna con más acierto a la épica de la conquista de América
con El Dorado, y roza lo sublime con la delicada Hangin´ on a limb.
En plena efervescencia creativa, se alía de nuevo con todos
los Crazy Horse para crear Ragged Glory (1990). Corrían los días
en que la televisión bombardeaba a la humanidad con el vídeo
de Smell like teen spirit, cuando Crazy Horse graban de un tirón
otra lección de rock sucio y vitalista. Fuckin´up, Love To
Burn, Love and only Love o Framer John son los momentos más garajeros
de su historia. Escuchar Ragged Glory de un tirón, como semeja ser
grabado, es una gozada priamria, natural. No hay más condimentos
que unos interminables duelos entre las guitarras de Young y Sampedro.
Magnífica gloria gastada en plena eclosión grunge. Definitivamente,
los 90 iban ser una gran década. El caballo se lanza enseguida a
la carretera.
(1991) es a Ragged Glory lo que Live Rust a Rust Never Sleeps. Es decir,
una revisión en directo de la gira con Crazy Horse del pasado más
inmediato. Destacan las versiones Love to burn o la lejana Cinnamon Girl.
Weld incluye un homenaje a Bob Dylan, una de las influencias más
evidentes de Young, con una versión de Blowin´ in the wind.
De la gira promocional de Ragged Glory también nació Arc(1991).
Los teloneros del tour eran Sonic Youth y Crazy Horse aprovecharon la oportunidad
para dejar claro quienes mandan a la hora de transformar distorsión
en melodía. Así, los habituales desfases entre tema y tema
se prolongan más psicodélicos en la gira de Weld. Tanto,
que impresionan a Thurston Moore, guitarra de Sonic Youth, quien anima
a Young a inmortalizar los desvaríos eléctricos de su banda.
El resultado es un extraño experimento de ruido total. Siempre inquieto,
Young toma partes de las tomas en directo (sobre todo principios y finales
de las composiciones) y construye una única canción - por
así llamarla - de 35 minutos. En principio, Arc iba a ser la banda
sonora de una película sobre el grupo nunca estrenada, Muddy Track.
Como en los días de paz, amor y empatía de los sesenta
-la patria de la que provienen todos los Crazy Horse- la heroína
puso fin a una época. El reinado de los harapos comerciales del
grunge se acaba con el suicidio de Kurt Cobain. Era 1994, y la carta de
despedida confirmaba la paternidad del grunge, que la crítica había
endosado en el haber del Young más sucio y eléctrico - es
decir, del que graba con Crazy Horse. Todos pensaron en él cuando
el 6 de abril de 1994 Courtney Love leyó la nota de sucidio de su
esposo. La cita a My, my, hey, hey (out of the blue) era evidente: "its
better to burn out than to fade away". Otro yonkie más se quedaba
en el camino. De nuevo en la cresta de la ola, en el punto de mira de la
industria musical.
Algunos han acusado a Young de aprovecharse del tirón comercial
de la revolución musical que lideró Nirvana. El hecho es
que nunca se ha pronunciado sobre tan funesta cita. Es más, desde
entonces es extraño verle interpretar My, my, hey, hey (out of the
blue). De lo que tampoco hay duda en que el grunge le valió para
revitalizar sus resultados comerciales al entrar de golpe en el universo
una nueva generación de oyentes, esta vez a escala mundial.
Así, muchos ven en Sleeps with Angels (1994) un homenaje a Cobain
y a su generación. Apoyado en los Crazy Horse más domados,
Young dibuja un universo cansado, pleno de derrotas en textos nihilistas.
No hay rastro de homenajes a nadie, sí una clara atracción
por lo trágico. Incluso la composición que da título
álbum parece un reproche a la mujer del suicida. Sobresale entre
tanta decadencia la poderosa Blue Eden, una de las pocas piezas compuesta
por el pleno de Crazy Horse: "sé que algún día nos
encontraremos otra vez, volveremos por ese camino mi amigo, es parte de
mi, es parte de ti". El resto mantiene un nivel notable, desde la hipnosis
total de Change your mind hasta la rabia de la punk Piece of crap. Aún
así, Sleeps with Angels es difícil por su cadencia sosegada,
un disco al que jamás le podrán acusar de ser comercial (aunque
fuera nominado a los Grammy).
.
Mirror Ball (1995) sí ayudó a aumentar su presencia mediática.
Aunque la banda no aparece como tal en los créditos, todo Pearl
Jam participa, incluso Eddie Vedder berrea en un par de canciones. El resultado
supone un disco más para Young, con buenas canciones como Downtown,
y uno de los mejores momentos de la carrera de Pearl Jam. La crítica
lo alaba y algunos rebautizan a los de Seattle, transformados en banda
de directo de Young, como los nuevos Craziest Horse. Preguntado sobre esta
la exitosa alianza, "Poncho" Sampedro los alaba con reservas "suenan muy
directos, con un montón de energía. Pero no creo que consigan
la magia. Para mí suenan como una joven banda rabiosa acompañando
a un tío mayor que canta sobre la paz y el amor".
Desde entonces, Young se encuentra en un receso creativo, que nunca
editorial, pues sigue a disco por año. Ha entregado a sus viejos
compañeros, las mejores composiciones de Looking Forward (última
aparición de la saga Crosby, Stills, Nash & Young) y antes,
grabó dos álbumes dispares y menores con Crazy Horse.
Broken Arrow (1996) se abre con Big Time, homenaje del grupo a su manager
muerto de cáncer. Dispar y corto, está dividido en dos partes,
una eléctrica que incluye la dósis habitual de hipnosis con
Slip Away. Predominan las canciones largas que fluyen candentes. La segunda
parte es más reflexiva, a veces con un sonido directo más
propio de un pirata.
Year of the horse (1997) es a la vez un disco y un filme. El responsable
es Jim Jarmusch, interesante cineasta neoyorquino para el que Young compusiera
la banda sonora del western Dead Man. Muy pocos documentales han logrado
plasmar el verdadero espíritu de una banda de rock. Year of the
Horse lo logra apoyado imágenes de archivo de las giras de la banda.
Hay escenas desternillantes. Por ejemplo, se ve como prenden fuego al centro
de mesa de un hotel en pleno almuerzo alcohólico-cannábico.
Jarmusch hurga con tiento en las heridas más profundas de la familia.
El metraje incluye una tremenda bronca tras una actuación y aborda
sin tapujos la muerte de Danny Whitten. Muy recomendable, sobre todo la
versión cinematográfica. Sólo cuatro canciones, Big
Time, Slip Away, Sedan Delivery y Barstoll Blues repiten en el disco homónimo.
Year of the horse es la última aparición de Crazy Horse
en la carrera del orgulloso trovador canadiense. Pero, según confesó
Young en la rueda de prensa previa al festival Rock in Río ya tienen
material para un nuevo álbum, al que seguramente llamarán
Toast (2001?). Alguna de las nuevas canciones (Hold you in my Arms, Standing
in the Light of Love) aparecieronen el vibrante Eurotour 2001 que por tres
veces pisó la Península en el veranop de 2001. Going Home
y I´ve waiting for you aseguran que la magia que les ha acompañado
durante tres décadas no se ha esfumado.
"La gente me pregunta que nos mantiene unidos. Creo que es sólo
porque no hemos acabado lo que debíamos hacer. Tenemos que dejarlo
hecho, cuando tienes una misión y la empiezas debes acabarla", declaraba
Billy Talbot en la gira de Broken Arrow. Sampedro le da una vuelta más:
"Creo que los Crazy Horse vienen del mismo lugar que Neil. Aún tenemos
ese sueño hippie-cósmico rodando por nuestras cabezas. De
ese sueño es de donde viene nuestra música". Sigamos soñando.